Scroll Top

No quiero comer

Cuantas veces a los padres se nos atraganta la comida y acabamos enfadados discutiendo con nuestros hijos que se niegan a comer, cogen rabietas y nos retan a diario en la mesa. Queremos que estén bien alimentados y que aprendan a comer de todo, pero nos sentimos incapaces de lograrlo.
El ambiente y la actitud que reinan en las comidas son clave para la adquisición de buenos hábitos alimenticios de nuestros hijos.

Consejos:

  • Hacer, al menos, una comida diaria en familia.
  • Todos deben colaborar a poner la mesa, una mesa bien puesta, invita a comer a gusto y a la comunicación entre todos.
  • Evitar la televisión y juguetes electrónicos, durante la comida.
  • Adaptar la cantidad de cada ración a la edad del niño y, también, a sus características individuales.
  • Dejar al niño que sea autónomo, dejarle que agarre los cubiertos, que intente cortar aunque les tengamos que ayudar, es importante para ir avanzando en su psicomotricidad.
  • Mostrar interés por la relación que tienen los peques con la comida: hay que preguntarles si tienen mucha o poca hambre, si está bueno, si les gusta más cocinado…
  • Animarles a seguir comiendo cuando paren, sin regañarles ni obligarles a acabar el plato si dicen que no tienen más hambre.
  • Todos los seres humanos sabemos cuando hemos dejado de tener hambre, y es entonces cuando debemos parar de hacerlo. Al obligar al niño a comer hacemos que su relación con la comida sea negativa, pero también que no sepa tener límites con ella. Si no quieren comer por capricho, es otra cosa, debemos animarlos comer y a probar todos los alimentos de forma razonada y positiva. “los guisantes te encantan”, “las judías las he hecho como te gustan”, “ no te olvides de comer un poco de carne”….
    Son un error las amenazas, “ si no comes, no irás al cumpleaños”, la presión “cuando te digo que comas ¡come!” o la recompensa alimenticia “si comes todo te doy una piruleta.”
  • Respetar el ritmo que tiene cada niño, no hay que atosigarlos.
  • Predicar con el ejemplo. No pretendamos que nuestros hijos coman verduras si nosotros no lo hacemos. La forma más fácil de aprender es la imitación.
  • Escuchar a los niños durante ese momento. Es importante lo que comen y los modales que tienen en la mesa, pero los peques también necesitan sentirse escuchados y comprendidos en sus percepciones.
  • Intentar terminar la comida en positivo, ayudando a recoger la mesa y preguntar si les ha gustado la comida. También están bien las alabanzas, “Te has comido todo el pollo, buen trabajo”.
    Todo esto hace que la comida en lugar de una fuente de conflicto se aun lugar de encuentro donde los niños aprendan buenos hábitos alimenticios, normas de comportamiento, colaboración en las tareas, comunicación con el resto de la familia y lo más importante, un momento para disfrutar.

Artículos relacionados